jueves, 18 de abril de 2024

Cristóbal Colon y la progresía

No sé qué demonios tiene ahora Sumar contra Cristóbal Colón, pero el Comité de Ocurrencias de Yolanda (subsección de Mamandurrias Variadas) ha emprendido una campaña contra tan insigne figura. Yo, sin embargo, pienso que Colón sigue siendo un magnífico detergente. De hecho, siempre preferí los tambores de Colón a las trompetas de Hernán Cortés. Pero bueno. Doctores tiene la Iglesia.

De Colón no sabemos ni dónde nació. Muchos dicen que era veneciano; otros, genovés; otros, portugués; otros, medio uruguayo. Uruguayo va a ser que no.

La teoría más reciente sobre la nacionalidad del descubridor de las Américas, la que goza de más predicamento entre los intelectuales independentistas de la plurinacionalidad plurinacional, es que Cristóbal Colón era natural de Tarragona, concretamente de Calella de Palafrugell, en la provincia de Cuenca, lindando con el Guadalquivir por la valla de Melilla. Por eso, por su catalanismo probado, no se entiende el ímpetu de Sumar de derribar la estatua de Colón de Barcelona, monumento en donde doscientos descerebrados se reunieron anteayer para poner un huevo. Concretamente, el huevo de Colón.

La historia del huevo de Colón es una incógnita. Parece ser que, siendo tan sólo un grumete, a la tierna edad de 57 años, lanzó Colón un ancla malamente y el huevo izquierdo se le quedó enganchado. Horroroso, lector. Horroroso. Ya dice el refrán que no hay dolor más insufrible ni dolor más inhumano que pillarse los coj*nes con la tapa del piano. Pero lo del ancla fue peor. Dicen los eruditos (que son erudos pequeños) que en ese momento Cristóbal Colón, que era barítono, se convirtió en soprano. Muy mala rima, por Dios. Muy mala rima.

El caso es que, a partir de entonces, empezó Colón a cortarse el cabello como al estilo de Bildu: le ponían un tazón en la cabeza y eliminaban lo sobrante. De esa forma, le quedaba a Colón un flequillo de hacha. Horroroso, lector. Horroroso. Por eso no se entiende el ímpetu de Bildu de corear la petición de Sumar para derribar la estatua de Barcelona, y más sabiendo que Colón era natural de Donostia, en la provincia de Murcia, lindando con el río Miño y con el valle de Arán.

Manco de un huevo, comenzó Colón su gesta de conquistar a las Indias. Pero las indias no se dejaban conquistar. Preferían los huevos dobles a los de sólo una yema. Y entonces Colón echó mano de los hermanos Pinzones, que eran unos marineros, y se fueron con Colón, que era otro marinero. Y así, entre orgía y orgía antiheteropatriarcal y antiheteronormativa, llegaron los tres barcos a buen puerto. Por eso no se entiende que el colectivo LGTBI, afín masivamente a Sumar, no se subleve contra esos burdos intentos de derribar la estatua de Colón, la estatua de ese hombre que se convirtió en soprano. Y más sabiendo que Colón era natural de Torremolinos, en la provincia de Lérida, lindando con el río Duero y con el valle de Ambroz.

Llegaron las naves de Colón a América con muchas penalidades: ni Santa María pudo impedir la mala pinta que traía la niña. Y es que la mar estaba picada, y las naves se movían más que Toni Cantó buscando acomodo. Pero Colón, que era un lince en asuntos de negocios, se repuso. Adivinando increíbles beneficios, se puso a importar tabaco. Por eso no se entiende que todos los fumadores con cáncer de pulmón irreversible no se opongan al derribo de la estatua. Y no se entiende, tampoco, que el gremio de estanqueros no haga lo propio. Y más sabiendo que Colón era natural de la Universidad de Güisconsin, en la ciudad de Albacete, en la provincia de Soria, lindando con el río Ter y con el valle del Po.

Tras el tabaco, vinieron otras cosillas. Colón y los hermanos Pinzones (que eran unos marineros, y se fueron con Colón, que era otro marinero) se enteraron de que unos indios muy simpáticos de las Américas se dopaban con ayahuasca. Los indios americanos, con la ayahuasca, veían cosas que no eran: la plurinacionalidad, el derecho a decidir, el aprobar con suspensos... Colón se encandiló con el tema, aunque tampoco hacía ascos a los sapos venenosos. Y de esa forma, trajo la ayahuasca a España. Por eso no se entiende que el Comité Revolucionario de Galapagar, reunido en éxtasis químico alrededor de la piscina, le tenga tanta tirria al descubridor de las Américas. Y más sabiendo que Colón era natural del mismísimo Galapagar, en la provincia de Lugo, lindando con el río Ebro y con el valle del Jerte, y que fue fundador de Podemos.

En fin, lector. No quiero cansarte más. Y además, necesito ir al retrete. Tengo el Colon irritable.

Juan Manuel Jiménez Muñoz

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