No sé qué demonios tiene ahora Sumar contra Cristóbal Colón, pero el Comité de Ocurrencias de Yolanda (subsección de Mamandurrias Variadas) ha emprendido una campaña contra tan insigne figura. Yo, sin embargo, pienso que Colón sigue siendo un magnífico detergente. De hecho, siempre preferí los tambores de Colón a las trompetas de Hernán Cortés. Pero bueno. Doctores tiene la Iglesia.
De
Colón no sabemos ni dónde nació. Muchos dicen que era veneciano; otros,
genovés; otros, portugués; otros, medio uruguayo. Uruguayo va a ser que no.
La
teoría más reciente sobre la nacionalidad del descubridor de las Américas, la
que goza de más predicamento entre los intelectuales independentistas de la
plurinacionalidad plurinacional, es que Cristóbal Colón era natural de
Tarragona, concretamente de Calella de Palafrugell, en la provincia de Cuenca,
lindando con el Guadalquivir por la valla de Melilla. Por eso, por su
catalanismo probado, no se entiende el ímpetu de Sumar de derribar la estatua
de Colón de Barcelona, monumento en donde doscientos descerebrados se reunieron
anteayer para poner un huevo. Concretamente, el huevo de Colón.
La
historia del huevo de Colón es una incógnita. Parece ser que, siendo tan sólo
un grumete, a la tierna edad de 57 años, lanzó Colón un ancla malamente y el
huevo izquierdo se le quedó enganchado. Horroroso, lector. Horroroso. Ya dice
el refrán que no hay dolor más insufrible ni dolor más inhumano que pillarse
los coj*nes con la tapa del piano. Pero lo del ancla fue peor. Dicen los
eruditos (que son erudos pequeños) que en ese momento Cristóbal Colón, que era
barítono, se convirtió en soprano. Muy mala rima, por Dios. Muy mala rima.
El
caso es que, a partir de entonces, empezó Colón a cortarse el cabello como al
estilo de Bildu: le ponían un tazón en la cabeza y eliminaban lo sobrante. De
esa forma, le quedaba a Colón un flequillo de hacha. Horroroso, lector.
Horroroso. Por eso no se entiende el ímpetu de Bildu de corear la petición de
Sumar para derribar la estatua de Barcelona, y más sabiendo que Colón era
natural de Donostia, en la provincia de Murcia, lindando con el río Miño y con
el valle de Arán.
Manco
de un huevo, comenzó Colón su gesta de conquistar a las Indias. Pero las indias
no se dejaban conquistar. Preferían los huevos dobles a los de sólo una yema. Y
entonces Colón echó mano de los hermanos Pinzones, que eran unos marineros, y
se fueron con Colón, que era otro marinero. Y así, entre orgía y orgía
antiheteropatriarcal y antiheteronormativa, llegaron los tres barcos a buen
puerto. Por eso no se entiende que el colectivo LGTBI, afín masivamente a
Sumar, no se subleve contra esos burdos intentos de derribar la estatua de
Colón, la estatua de ese hombre que se convirtió en soprano. Y más sabiendo que
Colón era natural de Torremolinos, en la provincia de Lérida, lindando con el
río Duero y con el valle de Ambroz.
Llegaron
las naves de Colón a América con muchas penalidades: ni Santa María pudo
impedir la mala pinta que traía la niña. Y es que la mar estaba picada, y las
naves se movían más que Toni Cantó buscando acomodo. Pero Colón, que era un
lince en asuntos de negocios, se repuso. Adivinando increíbles beneficios, se
puso a importar tabaco. Por eso no se entiende que todos los fumadores con
cáncer de pulmón irreversible no se opongan al derribo de la estatua. Y no se
entiende, tampoco, que el gremio de estanqueros no haga lo propio. Y más
sabiendo que Colón era natural de la Universidad de Güisconsin, en la ciudad de
Albacete, en la provincia de Soria, lindando con el río Ter y con el valle del
Po.
Tras
el tabaco, vinieron otras cosillas. Colón y los hermanos Pinzones (que eran
unos marineros, y se fueron con Colón, que era otro marinero) se enteraron de
que unos indios muy simpáticos de las Américas se dopaban con ayahuasca. Los
indios americanos, con la ayahuasca, veían cosas que no eran: la
plurinacionalidad, el derecho a decidir, el aprobar con suspensos... Colón se
encandiló con el tema, aunque tampoco hacía ascos a los sapos venenosos. Y de
esa forma, trajo la ayahuasca a España. Por eso no se entiende que el Comité
Revolucionario de Galapagar, reunido en éxtasis químico alrededor de la
piscina, le tenga tanta tirria al descubridor de las Américas. Y más sabiendo
que Colón era natural del mismísimo Galapagar, en la provincia de Lugo,
lindando con el río Ebro y con el valle del Jerte, y que fue fundador de
Podemos.
En
fin, lector. No quiero cansarte más. Y además, necesito ir al retrete. Tengo el
Colon irritable.
Juan Manuel Jiménez Muñoz
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